gvalencia el Mayo 12, 2014
El próximo martes, 13 de mayo de 2014, a las 19:00 horas, se celebrará en el Palau de Pineda la mesa redonda “Arte y sensibilidad. Pintar la vida en la era del vacío”. La mesa contará con la participación de Antonio Camaró, pintor cuyos trabajos han sido objeto de numerosas exposiciones a nivel internacional; María Gómez Rodrigo, profesora de Historia del Arte en la Universitat de València, artista plástica, y conservadora y restauradora de patrimonio; y Alfredo Esteve, profesor de Filosofía Contemporánea en la Universidad Católica de Valencia y experto en Estética. La Universidad Internacional Menéndez Pelayo pretende, con este acto, acercar a los artistas y estudiosos del arte a una sociedad que, en multitud de ocasiones, observa el arte como algo alejado e incomprensible; más aún en la actualidad, cuando el arte ha dejado de poseer similitud con la realidad, como ocurría hace unos siglos, para acercarse a otros tipos de expresión.
Algunas preguntas que se pueden escuchar son: ¿El arte se ha convertido en un negocio? ¿Las cantidades de dinero que se pagan por algunos cuadros son referencia del valor de los mismos? ¿Quién puede entender el arte que se produce en la actualidad? Estas y otras cuestiones son realizadas desde esferas de la ciudadanía que observan el mundo del arte como algo superficial. Una razón para esta consideración pudiera ser por los espacios en los que se habla sobre la función y necesidad del arte en la sociedad. Estos espacios se reducen a la presencia de los propios artistas, a aquellos que promocionan o compran el arte y a ciertas personalidades que gestionan su imagen buscando proyectarse y/o aparecer en determinados espacios artísticos. En estos espacios el público en general queda expulsado, cuando no ridiculizado por su falta de conocimiento artístico o por consumir lo que es considerado por muchos “entretenimiento de masas”, entre los que entran expresiones artísticas como el cine, la televisión y algunos libros que son reducidos a mero entretenimiento vacío. De esta forma, el arte parece cerrarse para el público en general, quedando recluido para unos expertos o elites que conocen el arte y su valor. Alfredo Esteve, ante este desafío, indica que “en una sociedad como la nuestra –tan tecnológica, tan instantánea- hablar de reflexión sobre el arte y el sentimiento estético puede parecer poco menos que anacrónico”. Pero insiste “quizá por este motivo sea algo necesario, ya que nos ayuda a descubrir aspectos quizá olvidado no sólo de la obra artística o del artista, sino también del espectador, espectador que podemos ser cualquiera de nosotros”, alejándose de posiciones elitistas.
Otras posiciones reducen la experiencia estética a los (variables) gustos del espectador, postura de la que no participa Antonio Camaró, señalando que “situar la experiencia estética en una mera exaltación de las emociones o en un mero vaivén sentimental, tan característico de nuestra época actual, supone una reducción no sólo en lo que se refiere al espectador, sino también en lo que se refiere al arte y a lo que significa ser un artista”. De esta forma, la expresión artística debe ser conocida y comprendida por una sociedad que debe participar de ella, puesto que una sociedad cultivada y abierta a la expresión artística difícilmente podrá aceptar lo feo y lo horrendo en su quehacer diario.
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